domingo, 27 de abril de 2008

Cero mas uno.

Llovía muy levemente. Había más personas de las que hubiera querido encontrar en la calle. Era mas temprano de lo que quería que fuese. Era como el mundo le gustaba ponerse siempre que yo salía a caminar.

Ahora, debo estar, ya, lejos de mi casa. Las piernas aún no me duelen…
Pasé por su casa. No estaba en la entrada, no estaba en el balcón. No estaba en la panadería, ni tampoco en los columpios. Tenía verdaderas ganas de mandarle un beso volado. De que el rabillo de sus ojos claros me viesen pasar.

Regresar a mi casa, sin sudor en las manos, sin estremecimiento, sin respiraciones fuertes, sin pensamientos tontos, no es bonito. Pero, las piernas, ahora, ya empiezan a dolerme.

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