jueves, 17 de julio de 2008

Aquella conejita clara.

Conejo que no salta, pólvora húmeda es. La música ya sonará en tu cabeza oh belleza clara. Los días de tus promociones corporales terminaron para los de barrio. Del negocio de tu amor ya solo me quedan dos fotografías y un colchón. Decenas de palmas te extrañan princesa gris, incluidas las de tus hermanos.

Sé que tu vida no fue cómoda, pero el negocio de tu amor nos importaba más en el fondo. Por qué crees entonces… Que tristeza por nuestra conejita clara.

El carpintero de las maderas podridas te tenía de excusa. Tu madre sabía que la pagabas por ella. Mientras los de la cuadra más cercana abrimos paréntesis y justificamos a nuestra heroína. Es que nos haces falta princesa. Nos haces falta. Vendrán otras, pero difícilmente vendrán como lo hiciste tú.

Sé que tu vida no fue cómoda, pero el negocio de tu amor nos importaba más en el fondo. Por qué crees entonces… Que tristeza por nuestra conejita clara.

Ahora desamparado de tus extremidades vago por las nubes más bajas de nuestro casi negro barrio. Llevo tus fotografías en la mochila por si muero. Y es que quiero besarte a ti de despedida. Oh si me haces falta no tan disimuladamente. Se supone que uno debe enterarse… pero admitámoslo. Nunca quisimos ¿verdad? Y ahora los billetes… de que sirven.

Sé que tu vida no fue cómoda, pero el negocio de tu amor nos importaba más en el fondo. Por qué crees entonces… Que tristeza por nuestra conejita clara.

Sé que tu vida no fue cómoda, pero el negocio de tu amor nos importaba más en el fondo. Por qué crees entonces… Que tristeza por nuestra conejita clara. Nuestra, nuestra, nuestra conejita clara.

No hay comentarios.: