La sala de esperas tiene hongos azules en las esquinas, los zapatos de Memo los tapan su sotana. Todos tienen calor y aún así acercan sus copas de té hirviendo a los sucios pómulos enrojecidos. Tengo el ojo derecho inflado en sangre, no me debo quejar. Un niño está escribiéndonos una canción, si grito, lo desconcentraré. Qué asco nos dan las esquinas azules.
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