miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ya son las cuatro, preciosa.

Corremos en nuestra cama lo más rápido que queremos. La veo y quiero retrasarla, quiero abrazar su cintura, quiero sentir sus pezones, estoy apurado y ella lo sabe. Digo cosas y el ambiente no deja de ser una máquina descompuesta generadora de espacios. Nuestros intervalos… ¿Así sabe la juventud? Tengo arrugas en el corazón. El tiempo me exige demasiado, quiero dormir a su lado y demorarme todo lo que quiero en pocos segundos… Claro, claro que sí. Sí hay tiempo para suspirar.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Hocico.

Somos dos traseros negros con orejas de conejita en el comienzo de nuestras piernas. No estás tan mal… tienes una vagina. No estamos tan mal, tenemos más dedos que tú. Vas a ver, al final, será como estar en tu casa hablando con la mamá sobre “cuántas cucharitas de azúcar.”

Media plaza.

Luego de violarme se quedó en la puerta observándome. Tenía un reloj de oro y un ombligo muy sucio. “En la caja de madera están tus nuevos calzones. Todos blancos.” Y qué tal si le hago el amor… Qué tal si en realidad él es malo como decían sus medias. “Hay uno rosado ¿Hay?”

Digan “A.”

La sala de esperas tiene hongos azules en las esquinas, los zapatos de Memo los tapan su sotana. Todos tienen calor y aún así acercan sus copas de té hirviendo a los sucios pómulos enrojecidos. Tengo el ojo derecho inflado en sangre, no me debo quejar. Un niño está escribiéndonos una canción, si grito, lo desconcentraré. Qué asco nos dan las esquinas azules.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El esclavo preferido.

Observó con atención lo que su hermano le había traído a casa. Sonrío, lagrimeo y llorando de felicidad preguntó cómo lo había encontrado, aunque estaba en muy mal estado, era lo mejor que le había pasado en todo el día. Le dio un agradecido beso a su hermano, se despidió de él y disfrutó de su ensangrentado regalo toda la noche. No podía ser más feliz.