martes, 28 de septiembre de 2010

Timidad.

Pierdo la inspiración y mi rostro está más borroso hoy. Me odias y necesito de un chiste que irrumpa en la cordura del 2010. Camino solo hacia tu punto, como un depredador ante tus ojos. Te pierdo frente a mí, a plena luz del día y... solo esta canción... me sirve de respirador artificial.

lunes, 21 de junio de 2010

Mira ahí está.

Se quedó helado, las “cosas” de la cabeza dejaron de existir. Solo reaccionó dos segundos para luego darse cuenta que estaba helado. Una y otra vez congelado. “Que humano soy…” se dijo.

lunes, 5 de abril de 2010

Canchita.

Está sentada en la quinta fila, a menos distancia de la pantalla. Ya dejó de importarme el contacto visual, realmente disfruto más la película sabiendo que ella la está disfrutando también. Ayer nuevamente vino con el tipo de los martes, solo viene a distraerla… así que volví a mi puesto, aburrido, a robarme canchita. Cuando viene con su familia es otra cosa, su madre es la que me hace el pedido, o su padre. Ella en cambio siempre está al lado viendo los carteles, con mi mente suelo decirle: “sí… ese también me llama la atención, tienes que venir al estreno ah”
Es tan “irreal” verla entretenida…

martes, 2 de febrero de 2010

Belleza.

Quiero que me hables. Me iré feliz.
Si te atreves a tocarme destruirás mi historia, atrévete a besarme y podría odiarte a muerte.
Quiero que me hables, quiero que me veas a los ojos. Quiero que me duela, quiero que me asfixie tan solo por aguantar suspiros.
Que amanezcas en mi cama sería mi licencia de suicidio, de homicidio. Preferiría no haber nacido en este planeta si te viese desnuda. Preferiría no haber sabido de la existencia de las mujeres.
Estoy acá, voltea, mírame, háblame, en último caso, acércate. Eres la belleza.

Demasiado lejos.

Los pies de Silvana chillaban. Se preguntaba si sería doloroso sacar los vidrios de entre sus músculos. No podía mantener sus pensamientos en el dolor corporal ahora, dónde estaban sus hijos, dónde estaban aquellos idiotas.

- ¿Silvana?

Un terrible dolor de cabeza la abordó, su corazón podía explotar. Aquellas bestias de su hermano menor. Asesino.

- Silvana…

Podía oír sus zapatos quebrando vidrios, esquivando… ¿cuerpos? … No pudo más, soltó un gemido de dolor por sus hijos fallecidos. Rápidamente el sujeto se acercó a ella. La observó conmovido.

- Silvana… Por qué nos pasa esto a nosotros.

Ahora sabía que no podrían perdonase.

Estar.

Mareado y con nauseas de pensamientos de etiqueta barata corrí a duras penas hacia el muelle a dar un brinco. No me recuerdo en el aire… Dentro del poderoso y amable mar estaba todo confuso, la sangre aún brotaba de mi rostro. Quería imaginarme alguna canción para mi momento de muerte pero el pánico se apoderó de mí al dejar que mis pulmones se inundaran de mar. No podía abrir los ojos como en mis películas preferidas… Nadie me veía y nadie se compadecía… nadie se emocionaba. Hasta el fondo Miguel… hasta el fondo… no sabes nadar, no sabes pensar. Sabes temblar, sabes desesperarte ¿Sabes? Esto es estar.

Gema.

Mamá… creo que las piedras azules solo están en mi cabeza. Debería estar durmiendo ahora. Debería tan solo despertarme en dos horas para cenar, ver la tele y dormir de nuevo para mañana. Aquella piedra encima de la computadora… la gente me creerá, estoy ausente. Fiebre, sueño, agua, necesito dormir. Pero esa piedra… Quién dejó ahí esa piedra.