Y se fijaba en el mismo prototipo. Todo ha empeorado entonces, con el tiempo se vuelve inmune a sus propias “corazonadas”, es más vulnerable a la vergüenza. Qué harás.
Tirado en el oscuro suelo se da cuenta que la perdió de vista. Ni abriendo ni cerrando los ojos, ella se fue hace tiempo y solo quedan sombras de su fragilidad, al borde, bien al borde.
Pero hay mañana de nuevo, el diablo se va de su ventana, ella vuelve a sonreír de lejos, vuelve a perderse por ahí prometiendo que volverá. Regresa al disimulo de no creer en lo eterno, en el amor.
Y bueno, le seguirá gustando. Volverá al disimulo. En vano.