miércoles, 18 de febrero de 2009

Short negro.

Feliz por el momento se despojó de su falda y le hizo una llave a la frescura jadeante de la tarde marina. Contenta saltaba, escalaba brazos fríos y se acostaba con las pupilas vegetales. Yo a una cuadra con un teléfono público malogrado. Jorge se me acerca y la ve. “Está rica la basura.”

Floripondia.

Estás bien fea pero tu forma de caminar es bonita. Demos una vuelta por el parque pero tu adelante y yo te sigo.

Penumbra.

La penumbra de su habitación la aniquiló. Cuando llegué tenía la cara desfigurada y aún quedaba mucho pánico en sus ojos. Hace tres meses también intentó ahorcarse con sus propias manos… creí que estaba jugando. Su cuello delgado… morado… verde… era tierno comparado con la Mariana que tenía frente a mi. Me perdonaran por haber llegado tarde, me abrazaran con ojos vidriosos y yo sabré que fui el barco ahogado.

lunes, 16 de febrero de 2009

Campanas.

Te sientes preferida hoy con tu traje amarillo y tu cabello espacial. Tus antebrazos me confían la letra de tus respiraciones y entiendo que al dejar tus anteojos dejaste mi carpeta y los lápices de colores prestados. No puedo pedirte que te sientas tan normal como cuando… lo eras. Regreso ahora ante rastros amarillos sin espaciales cabellos, sin mi querida normal y sin nuestros anteojos. Eres tú y yo no soy tu aquel.

viernes, 13 de febrero de 2009

El departamento redondo.

Todos estaban concentrados en el brazo de Melisa. “¡Cómo lo haces!” podía doblarlo o algo por el estilo. “Ya ves, ella puede sacarse un conejo del codo ¡escucha!... ¡ah que nervios!…” Lo que sea. Gabriela estaba sentada en el sillón pequeño “totalmente ebria… ¿qué no te dio asco cuando la viste vomitar en el patio?” Aún así se veía bonita, a punto de caerse. “Oye creo que puedo hacerlo también” “No… el codo de Melisa se puede oír…” Un karaoke mal organizado estaba repitiendo a los mismos desafinados… yo también quiero cantar “¡Que cante Gabriela!” Si… que cante Gabriela.

lunes, 2 de febrero de 2009

Piñata.

Maldita sea, puedo ver como nuevamente ese payaso se acerca sonriéndome. Mis padres parecen jóvenes, están… ¿golpeando una piñata? Qué pasa aquí señores… demonios con el payaso de los labios morados. Mi hermano está dormido… yo ni si quiera puedo intentarlo, cierro los ojos y la música se eleva. Hay una mujer ebria… y el payaso parece que se ha propuesto molerme la mente con sus dientes. Tengo ganas de llorar, necesito un espejo… quiero cerciorarme que soy yo el que está pensando y viendo todo esto.

Trompas.

No sé si las rocas me miran temerosas o desafiantes. Me están vigilando incluso entre los sueños más desequilibrados, creo que puedo ver los dedos de tus pies regados entre plantas que alguna vez fueron carnívoras. Siempre creíste que eras muy blanca para ser mi esposa, creíste que nunca te buscaría y lo estoy haciendo. Lo estamos haciendo… entre plantas que alguna vez te desearon.