domingo, 27 de abril de 2008

Cero mas uno.

Llovía muy levemente. Había más personas de las que hubiera querido encontrar en la calle. Era mas temprano de lo que quería que fuese. Era como el mundo le gustaba ponerse siempre que yo salía a caminar.

Ahora, debo estar, ya, lejos de mi casa. Las piernas aún no me duelen…
Pasé por su casa. No estaba en la entrada, no estaba en el balcón. No estaba en la panadería, ni tampoco en los columpios. Tenía verdaderas ganas de mandarle un beso volado. De que el rabillo de sus ojos claros me viesen pasar.

Regresar a mi casa, sin sudor en las manos, sin estremecimiento, sin respiraciones fuertes, sin pensamientos tontos, no es bonito. Pero, las piernas, ahora, ya empiezan a dolerme.

A kilómetros de Firimifina.

Firimifina estaba a varios kilómetros de mi cama.

Una lámpara que ya quería descansar, me pedía que no marcara su número.

Seis, ocho, nueve, cinco, tres, tres… “Tuuuuu,…tuuuuu”

Su cama estaba a kilómetros de mí.

Los kilómetros, a kilómetros de mis ilusiones.

Mis ilusiones, a kilómetros de la realidad, de la realidad de Firimifina.

Firimifina… Firimifina, debe estar profundamente dormida. Debe ser… debe, y no.

Tierra oscura.

La princesa estaba destinada a morir a temprana edad. No importa como haya sido, ella no llegaría ver a sus hijos. No, no es injusticia. Al nacer, empezamos a morir, simplemente, a ella, se le evitó el sufrimiento de una vida, una vida de tierra oscura. Se está buscando al culpable, espero que no lo encuentren. Debe estar tan asustado…

El día empieza a entristecerse. Es hora de que volvamos. Pero, espera, quiero verla un poco más. Mi princesa, colgando de un hermoso árbol, con sus pequeños pies aún llenos de vida blanca. Con el cabello tan decente... La voy a extrañar, a ella, a ella.

Tus conocidos ya tienen sueño...

- Porqué cortaste la música.

- (silencio)

- ¿Estás despierto?, ¿Ya pensaste en algo verdad?... ... ¡Respóndeme!

- Gr…. No, no se me ha ocurrido un carajo.

- Pues… Qué esperas, ¡que se te ocurra ya!

- …¿Quieres callarte unos minutos?

- No, si me callo, si me callo la boca… a eso te refieres no…

- ¡Si…! Me refería a que cierres el pico.

- A mi me vas a hablar bien. ¿entendiste? Y te decía que si me callo la boca, no habrá un tema de conversación. Y por lo tanto nos aburriremos más de lo que ya estamos. Así que no me callare la boca porque tú lo dices.

- De que maldito tema de conversación hablas, lo único que haces es chillar…

- (silencio)

- Ahora, como veo que por fin no se te ocurre nada que responderme, aprovechare el momento para quedarme pensando y que se me ocurra algo.

- Ja…

- ¿ja?

- Que cosa.

- Cómo de que “ja”

- No dije nada.

- Si, mejor. “No digas nada”

- (silencio)

- (silencio)

- Me duermo…

- No te duermas.

- Pero que quieres que haga. Has cortado la música.

- Era una puta canción que se había repetido como treinta veces.

- Me gustaba mucho.

- A mi no.

- ¿A no?, pues te escuche tararearla como a la cuarta vez.

- Dios…

- O me vas a decir que no…

- ¡Cállate, ¿no?!

- No, no quiero, tengo sueño, y creo que me voy a dormir.

- No te duermas mierda.

- Mierda, mierda.

- No te duermas.

- Me muero de sueño.

- ¿Y yo no?

- No lo se. Me aburre de que estés ahí sentado sin que se te ocurra nada.

- A mi me aburres tú.

- Si no fuera por mí estarías dormido.

- Eres patética.

- Adiós, me voy a dormir.

- Vete, si llegan no me tomare la molestia de ir a buscarte.

- Si llegan me voy a salvar, porque no creo que se te haya ocurrido algo.

- Bien, lárgate malagradecida.

- Bien.

- (silencio)

- (silencio)

- (silencio)

- (silencio)

- (silencio)

- ... ¿Ya llegaron?...

sábado, 26 de abril de 2008

Nuestro teniente Ramírez.

El teniente Ramírez trató de correr hacia la salida. Pero pudieron intervenir sus canes. Uno de ellos le arrancó la mano izquierda al mugroso. El otro le quitó parte de la cara.

Está sangrando mucho, pero definitivamente no morirá. Se que, como él, otros caerán.

El teniente dice que extraña a su familia. No creemos que tenga familia, no encontramos ni una fotografía en su absurda billetera. A pesar de todo, muchos sienten verdadera lástima por él.

Por favor, se lo pido nuevamente. Déme una oportunidad. No deje al teniente en manos desconocidas. Yo lo conozco bien. Se como torturarlo para que empiece a hablar…

… Sí señor, gracias por la oportunidad, le prometo que el bastardo no morirá si no después de haber pagado la deuda con usted.

(Bien, retírese soldado)

A la orden mi “sargento.”

Si, el diamante suave.

Un violador de mujeres se acostó a la orilla de un pantano. Un violador de mujeres empezó a sangrar.

Una prostituta abortó al perro de sus entrañas. Y en el pantano unas lágrimas, no merecidas, empezaron a desaparecer.