sábado, 26 de julio de 2008

Los Mivitas del sur.

Semoc recorrió casi toda la ciudad antes de encontrar su albergue. Y al fin entre la niebla pudo divisar a Niara. En la esquina de una calle, en la entrada de una casa.

Entró y Niara lo siguió, le preguntó que había para poder comer. Y fue en ese momento en donde Niara se sentó en la mesa y comenzó a llorar. Era un llanto de esos que no se podían parar fácilmente. Tandro, al verla por varios segundos le preguntó que era lo que le sucedía.

Sin embargo Niara no contestó, siguió llorando. Tandro un poco malhumorado le ruega que por favor le cuente lo que le pasaba, no entendía en absoluto por qué repentinamente se puso a llorar. Le siguió rogando hasta que tuvo que amenazarla para que hablase. Al fin, Niara dijo. “Semoc, tu amigo leal, ese idiota al que le decías hermano, ha venido aquí antes que tú y me a querido violar… Yo he gritado, pero él me a amenazaba con asesinarme.”

“Pero… de que hablas. Miserable perra, tú eres una de las peores mierdas que he conocido en este país…”

Al oír esto, Niara llorando ahora de amargura, se levantó de la mesa y golpeándola con las manos le dijo gritando. “No me hables de esa manera, maldito asesino, ¡puerco!, deberías agradecer lo que hago por ti. Pero no, me humillas, me llevaste al bosque a tener relaciones contigo y dos de tus amigos. ¡Perro! Ojala y te asesinen en una de tus batallas. ¡Cobarde!”

“Niara… dame algo de comer quieres.” Y tocaron la puerta. “¡Quien!”. “¡Tandro!”

&.

Se llamaba Isabel. Y hablaba estupideces para parecer de aquí.

viernes, 25 de julio de 2008

¿Cañita? …¿no?... bien.

Al despertar de su sueño, no abrió los ojos. Siguió así un momento seguro de que le faltaba mucho para llegar a su destino y volvió a dormir. Despertó nuevamente y se detuvo a pensar de manera casi consciente en la posible realidad que lo rodeaba. Abrió los ojos…

Lo cierto, era que en el camino había despertado muchas veces, pero se limitaba a seguir con los ojos cerrados. Para que abrirlos decía. Si aún faltaba mucho…

Al llegar vio que debería detener todo cuanto antes. Observó a su alrededor. Sin duda, había llegado demasiado lejos. Al frente, montañas solitarias, selvas negras y caminos inciertos le decían que se encontraba en soledad. Y decidió regresar sin saber como lo haría.

Ayer tocó mi puerta. Le serví un vaso con agua. Pero… a pesar de su sed, no lo dejó vacío. Puso el vaso, aún con la mitad de agua, en mis manos, me agradeció con sinceridad, y siguió arrastrando los pies por el camino… Tenía los ojos cerrados.

Cuando regrese, si decide hacerlo, ...le tendré preparada una cañita. Pero en realidad quisiera que no llegara a usarla.

jueves, 24 de julio de 2008

Neuronas de humano.

Se perdieron y como me dijo el profesor de biología, no regresarán. “Por eso cuídense del alcohol” decía. Es difícil que las extrañes simplemente porque no quieres aceptar que se fueron. Porque te sentirías como un tonto o quizá hasta un atrasado mental. Y luego te esfuerzas en usar las que te quedan, porque no te queda de otra lastimosamente… no se... Se fueron. Y las que quedan se hacen las importantes. Malditas culpables.

miércoles, 23 de julio de 2008

También un cargador de celular eh.

Que hay por aquí a ver… un CD dentro de una bolsita transparente, una calculadora, una melada, un MP3 con la tapita de un USB, una pila ya sin energía, un verde, un mouse nuevo, una hoja pequeña pegada en la pared, una lámpara y una goma con la tapa atrofiada. A sí, y un criticastro con sueño.

martes, 22 de julio de 2008

Calvo. Calvo.

Hay un personaje verde y calvo con traje amarillo que me está observando desde hace más de dos horas. Él cree que no lo puedo ver debido a que soy una persona. “Es ilógico” debe pensar el muy chismoso.

viernes, 18 de julio de 2008

Brenda.

La encontraron ayer. Mariano se quedó maravillado, realmente ella no sabía lo que tenía. Además era hermosa y le apetecía besarla de manera tranquila. Cielos, ella era la mejor solitaria que había visto en la mejor telaraña.

Radio roja.

Radio cuadrada y roja. Suelo limpio, trapeado. Cortinas transparentando la oscuridad de las casas aledañas. Una mesa de plástico blanca, una maquina de coser. Una melodía casi antigua… unas almas ajenas, aunque, por naturaleza.

La adulta. Sentada al filo de una silla nueva… tenía amaestrado al corazón… aparentemente. Debería esperar la llegada de uno de sus más grandes fracasos, del más grande. Debería esperar… sin respirar, sin palpitar, sin sangrar... Tan solo escuchar… y coser… coser… Que las partes de su alma restantes…no la iban a ayudar.

Patines.

Ahora se pasean por la gran ciudad. Están condenados, pero les interesa un pimiento. Dan vueltas en patines rodeando las piletas más grandes del lugar. No se detienen a insultar a otros peatones ni a golpear levemente a los automóviles. Ya no están solos. Tienen un momento y el momento de disfrutarlo era aquel. La infinidad de tristezas antecedentes en sus vidas, se decidieron olvidar. El cielo es celeste, y así se quedara por lo menos, un para de horas más.

A lo mejor, en una de las esquinas vean a la tristeza pidiendo por su ayuda, la caridad… en dos horas. Ahora, rodean las piletas. Que gusto, es verdad.

jueves, 17 de julio de 2008

Sin.

No le habían pagado… ni un centavo… ni un centavo… regresaba a su departamento… hambrienta… sin nada en el estómago… sin nada en el cuerpo… vacía… y no le habían pagado.

Ahora subía las escaleras por su propia cuenta y los reflejos ya se hacían oscuros. Pena. Dolor… de ambas clases. Se había muerto… por qué se había muerto. Ella lo había cuidado tan bien… tan bien… no fumaba, no inhalaba… y hasta leía. Y aún así… se murió… se… murió… por ello… no le pagaron. Que rabia sentía la pobre… lastimosamente… sin niño… no había dinero… sin dinero… no había. Y el vientre… es vientre.

Ya pues.

La fotografía salió en blanco y negro. Salimos alegres, pero nos mostramos tristes. Tanta decoración… tanto discurso. Ya lo sabíamos todo ¿o no?

Queríamos que terminara rápido. Queríamos estar lo más antes posible en nuestra habitación. Sin embargo la gente seguía hablando y las miradas se posaban en nosotros. Ah… el matrimonio esperado… resultaba ser tan… disolvente. Terminó… y no me acuerdo de las despedidas, no me acuerdo de lo gratificante que fue dicha culminación…y ahora vemos las fotografías, la fotografía de blanco y negro que nos tomó tu sobrino… …es cierto que antes estabas más hermosa…

CLAC.

- ¿Linda? Pudiste llevar el dinero…

- ¿Gustavo?

- No… Héctor…

- A quién se lo llevo…

- Eh… esta bien, mándamelo a mi.

- Uy… momento, voy a hacer pis y vuelvo.

- …bien… bien…

- Espérame jojoooo

- …

- …

- …

- Mier…

- ...Tómate un taxi, yo lo pago aquí ¿si?... Demonios… es que tengo

- Tú lo pagas

- Sí, bueno ya te tengo que cor…

(.)(.)

- Oye Linda, soy Héctor… ¿sólo tenías que entregar el dinero?

- Sí… no se por qué lo quieren enviar, voy a averiguar que sucede. Oye, discúlpame hoy la falla… no sabes, se murieron mis tías… me quedé en chock con la noticia.

- Ah…

- Héctor, te puedo llevar el dinero en… ¿dos horas?

- Está bien, no te preocupes, voy a estar en casa.

- Ya genial. Voy. Cómo vas a hacer con el cadáver…

- El muerto es por persona. Tienes que llevar el tuyo mañana Linda…

- ¡Mieeeerda! Me olvidé… maldita sea… tendré que pedir... tu crees que…

- La verdad…

- Está bien, no, no te preocupes, voy a llamar a Pablo. ¿Cuelgo si? Un beso, adios.

- Cuídate, nos vemos…

(.)(.)

Comedor.

Podía llevarlos por un camino tranquilo mientras se recostaban en el sillón y un sol cansado y anaranjado les caía en los ojos llorosos. Pero ahora que no hay muchos me pregunto si debo dejar que la oscuridad se aparte… tienen miedo, se nota. Simplemente no se que hacer con los que sobrevivimos.

Muchos se acercan a la ventana y observan a las diminutas personas de miradas… perdidas… a las palomas atractivas.

Ahora… se puede llorar sin remordimiento… ya que… ya… que… …quedamos… muy pocos…

Aquella conejita clara.

Conejo que no salta, pólvora húmeda es. La música ya sonará en tu cabeza oh belleza clara. Los días de tus promociones corporales terminaron para los de barrio. Del negocio de tu amor ya solo me quedan dos fotografías y un colchón. Decenas de palmas te extrañan princesa gris, incluidas las de tus hermanos.

Sé que tu vida no fue cómoda, pero el negocio de tu amor nos importaba más en el fondo. Por qué crees entonces… Que tristeza por nuestra conejita clara.

El carpintero de las maderas podridas te tenía de excusa. Tu madre sabía que la pagabas por ella. Mientras los de la cuadra más cercana abrimos paréntesis y justificamos a nuestra heroína. Es que nos haces falta princesa. Nos haces falta. Vendrán otras, pero difícilmente vendrán como lo hiciste tú.

Sé que tu vida no fue cómoda, pero el negocio de tu amor nos importaba más en el fondo. Por qué crees entonces… Que tristeza por nuestra conejita clara.

Ahora desamparado de tus extremidades vago por las nubes más bajas de nuestro casi negro barrio. Llevo tus fotografías en la mochila por si muero. Y es que quiero besarte a ti de despedida. Oh si me haces falta no tan disimuladamente. Se supone que uno debe enterarse… pero admitámoslo. Nunca quisimos ¿verdad? Y ahora los billetes… de que sirven.

Sé que tu vida no fue cómoda, pero el negocio de tu amor nos importaba más en el fondo. Por qué crees entonces… Que tristeza por nuestra conejita clara.

Sé que tu vida no fue cómoda, pero el negocio de tu amor nos importaba más en el fondo. Por qué crees entonces… Que tristeza por nuestra conejita clara. Nuestra, nuestra, nuestra conejita clara.

Día de noche.

¡Día llegó! Todos se esconden de las prisiones en el pavimento de colores. Con paciencia. Paciencia. ¿Ni tanta verdad?... vamos por alcohol. Alcohol del bueno bueno.

La preciosa muchacha se ha puesto a gatear entre la atmósfera vertical. Las percusiones se oyen desde lejos... Vamos por imaginación decidida. Imaginación decidida de la buena. Vamos por la muchacha. El baile se vuelve más feroz, no hay que pensar en el no pensamiento. Vamos por vientos frescos. Vientos frescos… de los bien frescos. El pavimento lleno de espasmos viene hacia todos. ¡Viene hacia todos! ¡Todos!... ¡vamos por los ombligos! ¡Vamos por más pavimento! Y que el pavimento vaya por el vamos.

Que la noche, noche no es.

miércoles, 9 de julio de 2008

Pérdida, ´.

Había una vez. Un gusano perdido. Había. Perdido. Gusano.

Perdido, pero buscando. Buscando, pero no tanto. Buscando. No tanto.

Una lombriz, una oruga, una mariposa, otra lombriz, y el gusano. El gusano, perdido.

Perdido porque era un gusano. Y nos damos cuenta de que un gusano, estará siempre perdido. Un gusano decidido es un gusano. Yo encontré una vez al gusano. Era inútil tratar de que él encuentre. El gusano estaba perdido. Perdido. El gusano llegará un día, o algún tiempo. Pero verá que seguirá perdido, en otro lado, pero perdido. Ni la lombriz, ni la oruga, ni la mariposa… ni si quiera la otra lombriz, lloraran. Que pena por el gusano “”.

Desagüe.

Tenía miedo. No debería, él debería causarlo, no sentirlo. Todos habían abandonado la mesa. Empalados. Deseaba en ese momento que sus víctimas aún estuviesen con vida. Con vida, para preguntarles si lo que él veía era real o si era fruto de un organismo corrupto y sucio. De una perversión pervertida por los mismos demonios. De una locura con ganas de llorar. De las carcajadas alcoholizadas y drogadas. De las visiones putrefactas de tantos años de fiel crueldad. El castillo, teñido del más cochino rojo, temblaba tímidamente por pesados segundos.

Las últimas escaleras, plagadas de nervios y dientes, dejaron de tener fin. Ahora nuestro somnoliento protagonista perseguía la poca cordura que le quedaba. Tapándose las orejas con todas las fuerzas de su obtusa realidad, caminaba hacia su puerta principal. Caminaba con rapidez. “No veas hacia las ventanas”, en ellas la esquizofrenia se acumulaba brutal y abusivamente. “Sal, sal de la casa, sal…”

Los pedazos de una última víctima gritan… demasiado tarde. Nuestro desesperado protagonista… ya se encontraba bebiendo sangre de su propia mano.

Catherine.

Las cinco amigas corrían alegremente. Gritaban entre ecos, y reían al verse reír entre ellas. Los árboles ya no las podían ver, y es que ellas corrían alegremente porque se habían alejado de sus penas unos cuantos kilómetros. Sabían que esta era la primera y última vez en que podrían alejarse tanto… estaban tan jubilosas. De pronto una cayó… pero no llegó a acomodar sus ojos hacia el cielo. La segunda cayó y se quedó viendo los vestidos de sus compañeras de alegría. La tercera corrió con todas sus fuerzas, dando las carcajadas más estruendosas que pudo. La cuarta retrocedió entre risas, pero al no querer mirar hacia las primeras, sus lágrimas se trasformaron en las últimas palabras. La quinta, la menos jubilosa, corrió asustada en el sentido contrario. Cerró los ojos, siguió corriendo tropezándose lo menos que pudo. No iba a llegar… no iba a llegar… sentía que las pantorrillas le quemaban, que el cuello se le entumecía, corría lo mejor que podía, pero su cuerpo parecía una estaca en tiempo… a los pocos kilómetros, escuchó una voz… se estremeció y dejó por fin de reír amargamente. Arrepentida… pudo ver a la tercera morir en su presencia, y quiso reír de nuevo.

Ex mortales.

Estaban acostados en el pequeño mueble claro. No era necesario esperar a que el tiempo los apure y les susurre que no podían aguardar al sol. Eran unos cuantos cuartos de hora más… unos menos. Iba a cesar. Llorar era muy adecuado para ella. Observar el techo lo era para él. Mientras más emociones se podían acumular quizá sería mejor… más emociones, más… no tendrían otra oportunidad para abrazarse de la manera en que lo hacían. De entristecer con una sonrisa te título: momentánea. El título al que odiarían, como todos los seres lo hacemos, todos. Y al que buscarían hasta encenizarse mutuamente.

***

Y el mueble pequeño y claro ahora estaba vacío, abandonado por ambos. Él se suprimió. Ella simplemente lo dejó entre las tinieblas de aquel espacio. Creencias malditas, malditas, mil veces malditas… pecho piadoso, piadoso... y aún con residuos de lágrimas satisfechas. Así, de aquel microscópico pedazo de tiempo y música, nació lo que llamamos, vida.

¡La rata asesina! Muajajaja…

El hueco de las ratas estaba tapado tan solo con una placa metálica. El desagüe era demasiado ruidoso… tocaba el piano, pero se seguía escuchando el desagüe, pero no a las ratas. Por fortuna… porque odiamos a las ratas. Y esa manera de comunicarse tan horrible… Cerramos la puerta, y el desagüe se seguía oyendo… poco… pero se seguía oyendo. De repente, nos dimos cuenta que si cantábamos y tocábamos el piano no lo escucharíamos. Los cantos nos alegraron la noche. Sin embargo, al voltear a ver la puerta, pude ver, sintiendo un miedo extremo, que una rata estaba con nosotros.

¿Casi?

Sentado en el frío, cercano a una leve fuente de luz... pensaba en cuando fue la primera vez que pensaba de esa misma manera, pensaba en su pensamiento, en su evolución… es un extraña frialdad… en su compasión. Ahora, como muchas veces, no podía darse cuenta. Por eso se sentaba. Por eso se sentaba en el frío. Ya no tenía comunicación alguna. Era, casi el fin, casi…casi. Bastaban solo horas seguramente. Ya no iría contra la voluntad de su imaginación. Riesgo, extrañamente, le importaba… aún así… ya casi era el fin… y valía la pena. Valía la pena pues tomarse por sorpresa, asustarse a si mismo, buscar esa falta de explicación. Sí… en vez de sonreír, podría esperar a que alguien esperara que sonriera. En todo caso, ¿era casi el fin no?... ¿solo faltaban horas no?... y vio que… sin darse cuenta, las horas habían dejado de faltar… hace mucho, mucho tiempo.

Pesadilla muda.

Hay que salvarlos… por favor… hay que hacer algo… ¿Qué no se dan cuenta?... él está en lo suyo… ni si quiera nosotros sabemos en que está… mucho menos ellos…

Por favor… que acaso no me oyen… no hagan de mi petición una pesadilla muda. No lo hagan. Ustedes son algo más que eso… ¡somos más que eso!... vamos… no los hagan llorar… tan solo… ¡mírenlos!... allá no solo hay pobres, muertos o injustos… hay también malvados con pesadillas atormentadoras… sé que me oyen… ¡sé que no sueño!

Por favor. Obsérvenlos y verán su sufrimiento. Sabemos que son millones, y aunque les parezca algo… …por favor… cada uno es… cada uno… …escúchenme… yo no puedo solo. ¿Verdad?... no puedo… ¡vamos!... ¡ellos no están nada bien!, ¡ayúdenme a ayudarlos!... no esperen a que “él” se digne en darse cuenta… “él” está en lo suyo… y no sabemos… no sabemos… ¡qué esperan!... ¡escúchenme!, ¡escúchenme!... ¡escúchenme!... ¡es por ellos… quítense la envidia! ¡Quítensela!... ¡qué somos!, ¡qué somos!... ¡ayuden!... ¡somos ángeles!, ¡somos ángeles!.... somos… somos… somos ángeles… … ¡no puedo ir yo solo allá abajo!… ¡son millones!…

Y el ángel despertó… y lloró en seguida. Miles de años después…volvió a soñar…

Normal… Eduard.

Un cuarto para las seis. Espero frente a un semáforo con luz roja. En el asiento de mi derecha, hay una bolsa con el desayuno de hoy. En el asiento de atrás, un perro de peluche enorme.

Seis de la mañana. Estaciono el auto frente a mi cochera. Antes de entrar a casa sonrío y pienso en aves sobrevolando el mar… en una taza de café no muy cargada…

Seis y veinte. El desayuno está servido en la mesa. En la pared… la fotografía de mi esposa parece iluminarme. Marco, mi hijo, acaba de cumplir nueve años. Aún está descansando. Quisiera que me acompañe a desayunar, pero es domingo… Él es un buen estudiante…

Apago mi celular. Sé que Melisa me llamará en cinco minutos. Me llamará aún sabiendo que he apagado mi celular. Ella sabe que estoy triste… nunca se lo digo… pero... que mierda, ella lo sabe. Mi esposa ya no vive con nosotros. Se fue, y Melisa me hace compañía de vez en cuando. Nunca la traigo a casa, Marco se incomodaría… uno sabe que es lo mejor para su hijo.

El sol afuera está a “todo dar.” Quisiera no ir a trabajar. Estoy cansado… mis compañeros, bueno… no muchos se llevan de maravilla con un hombre de casi sesenta años. No me quejo… pero es que…

El café se enfrió de nuevo. Supongo que prenderé el celular… no… luego iré a verla. O mejor regreso temprano a casa… Quizá mi hijo quiera contarme algo… la verdad lo que me cuenta no es nada entretenido. Me siento viejo sin mi Vanesa… ella me quería tanto… bueno,… a quien le puede interesar las quejas de un casi anciano. Ya es hora, a trabajar nuevamente… los edificios no se construyen solos…

Una tarde naranja gris.

De las nubes caía popcorn y en la calle eran las seis de la tarde. Una tarde naranja gris. Un anciano robot aún se acurrucaba bajo el techo de su casa. De pronto creyó ver a Damra. No. El oxidado y senil robot miraba confuso las páginas verdes del libro familiar. Ahora estaba deseoso de no controlar la belleza de su ira. Damra se había ido con.

Eran celos, no cabía duda, eran los mañosos celos.

Pensó el viejo robot, como podría asesinar a su ser mas amado, Damra. No se le ocurría ninguna manera realista de hacerlo, así que optó por golpearla o cortarla con algún objeto de la pertenencia de su víctima. Pero… Damra… no le había regalado más que una botella de vino. ¿Serviría?

Serviría. Un vidrio azul de gran tamaño podría cortar las venas de Damra. De su Damra. Bajó las pequeñas escaleras. Su reja…

Afuera, era cierto que las nubes lanzaban popcorn, las calles estaban infectadas de tiza amarilla y neuronas incoloras. No había por que quejarse.

Llegó. Su centro de trabajo. El anciano y prostituido robot llegó a su centro de trabajo. Anfitrión de “las orgías bajo el cielo”.

Rápidamente se vistió. Damra en un rincón ya se encontraba sin prenda alguna.

Las paredes tenías almohadas gigantes, y había algunos inodoros en las siete esquinas del antro. Pasó mucho tiempo para que los celestes ojos del anciano robot se cruzaran con los de Damra. La música no era la correcta, pero no perdería su oportunidad. Sin embargo Damra escupió en su cara, grasa, excremento y vacío. Bueno, nuestro protagonista le corto el cuello. Su sangre… sin comentarios. Se sintió tan odiado…

Así que observado y con sangre en sus circuitos presentó su carta de renuncia. Su jefe le pide una última sesión de sexo, y el anciano robot se quedó para nunca más volver a casa, con Damra, con la ex Damra.

Bonita.

Es como una gota de agua no tan limpia, una gota de lluvia, eso es. Una gota que cae del cielo, de las nubes más irritables. Una gota que se cayó en el barro, y junto a mucho lodo, es difícil hallarla. Cuando haces contacto… te sientes alegre… pero no te sientes completo. Ella es así. Como esa gota en el barro, una gota perdida. Una gota, no limpia, una gota que no se debe purificar, una gota que quiere ser lágrima, pero nunca lo será.

Piano un, dos, tres, un.

Estaba por encontrarlo… el espacio se hizo, por un tiempo,… perfecto. Su mujer adorada había salido por la puerta trasera. La luz de las ventanas tenía sabor… sabor…

Una nota musical… el color de los párpados… esta vez… totalmente…irrelevante.

Droga… y… alegría por…. Si. Por estos segundos. Ahora se veía feliz. Se veía armonioso. Si, eran las cuatro de la tarde. No, no había preocupaciones. Podía estar lloviendo, y no existiría humedad. Humedad, la palabra se parece desequilibrar al compás de la felicidad en aquella habitación. En aquella habitación… de pronto, darse cuenta… de que aún estaba encerrado.

Despierta, borra esos dientes, todo esta vez está pasando rápido. La luz sigue ahí, pero no se puede ver… las notas aumentan, las notas toman velocidad…. Incomodidad…. Y… ahora la tensión es menor y el peligro mental puede asimilarse con facilidad. Lápices sin punta, borradores impuros… bla, bla, bla, bla. Es totalmente inconciente de lo que puede suceder en tal estupenda coordinación de su ser. Armonioso, descarriado, puro… y a un paso de la putrefacción. Si, falta mucho camino y se tienen que cerrar los ojos… se tienen que cerrar… porque es enero… porque es la rudeza encarnada….

Saltos de espalda. Golpes frontales. Suspiros como grandes hipos. Piernas extasiadas. Cuerpo poseído por.

Si, era enero…y las notas caen… suben y caen… como la humanidad cuando juega en el patio del vecino. La última, diez segundos…. La última. Una almohada.

Fin, fin, fin, fin, fin, fin, fin.

martes, 8 de julio de 2008

El sombrero azul.

Arma en la chaqueta, bastón en la mano. Tim se comió la última hamburguesa de la mesa de su hermana. Se puso el pequeño sombrero azul y humedeció su rostro. Dijo adiós, dijo hasta luego.

Las escaleras débiles lo sienten presente. La gentuza lo saluda. El perro amarillo le ladra, el perro verde le ladra. Verde y amarillo es el camino, es de mañana, y el bastón brilla. Arma aún duerme.

Pocas cuadras, pocos ojos, qué pues, son las seis de la mañana. Se aleja de los mañaneros, se acerca a la gente. Toca el timbre número uno.

Hola que tal, alo Tim, hola que tal. Como están ustedes, yo soy Tim, él es Tim. Donde está J.P. preguntaba. Arma dormía.

Caminata apurada en el pasadizo, se siente la música, la música, oh… Bastón en mano, el bastón en mano.

Au… sangre en la cabeza, au… sangre en la cara. Au… me gusta tu rostro ahora. Tim empieza a sentir que aún está ebrio, que no comió la hamburguesa, oh, ahora golpea. Nadie puede contra él. Nadie puede puede puede contra él. Nadie puede puede puede puede contra él. Palmadas que sombrean a la música. El arma duerme, pobre, son las seis de la mañana, esta todo bien. Oh, está bien.

Temprano.

Ella aceptó la pequeña flor intocable. Los columpios indecisos aún parecían estar quietos. Pablo buscó entre los papeles de su descocido bolsillo hasta encontrar el anillo. Jacqueline se acomodó lo que le quedaba de cabello y se quedó observando la lejana montaña azul. La arena y el vidrio en sus manos ya no le incomodaban. Los ojos de Pablo la encontraron. Sus brazos, los cuatro, se esforzaban por mantenerse casi juntos. “Un…” no Jacqueline, sin palabras… Su anular era muy delgado para la vieja joya. Los cuatro ojos se volvieron nuevamente a la montaña azul. No encontraban palabras, y dejaron de esforzarse por encontrarlas. Era su tiempo, su lugar, sus columpios, sus árboles, su montaña… Aún había un pedazo de mundo para una muy joven pareja de cadáveres. Para un primer, temprano y último amor.

Era su momento, antes de que les llegara un juicio irracional. Sí, se habían encontrado. Habían caminado el pequeño corredor del destartalado autobús. Habían bajado y por fin llegaron sin preocupación alguna a un parque. Un parque con eso que ellos ya no poseían pero anhelaban poseer, vida.


***


Pablo estaba sentado con su madre. De su asiento, podía ver a la niña más hermosa que había visto en su graciosa vida. “Y qué si me paro y voy a hablarle… antes de que el autobús llegue a.”
Los ojos de Jacqueline estaban hospedados en sus rodillas, pero vivían en Pablo. “Me está viendo… ¿se habrá dado cuenta de quién soy?... ¿Se habrá dado cuenta?…”
La vista del conductor de aquél autobús, ajena a un destino con vida, se perdía…
“Como se llamará… si fuera mi novia le regalaría… …ese anillo” Pablo veía el anillo de una mujer cercana a él.
“Me está viendo… ¿se habrá dado cuenta de quién soy?... ¿Se habrá dado cuenta?…”
La vista del conductor de aquél autobús, ajena a un destino con vida, se perdió…
Los diversos cuerpos, pasajeros de aquel vehículo dejaron de funcionar sin siquiera percibir la brisa de sus conciencias. El despertador de la muerte tocó… Pablo y Jacqueline decidieron escapar aunque sea por unos minutos… “Espérame afuera… que voy por un anillo”