miércoles, 9 de julio de 2008

Piano un, dos, tres, un.

Estaba por encontrarlo… el espacio se hizo, por un tiempo,… perfecto. Su mujer adorada había salido por la puerta trasera. La luz de las ventanas tenía sabor… sabor…

Una nota musical… el color de los párpados… esta vez… totalmente…irrelevante.

Droga… y… alegría por…. Si. Por estos segundos. Ahora se veía feliz. Se veía armonioso. Si, eran las cuatro de la tarde. No, no había preocupaciones. Podía estar lloviendo, y no existiría humedad. Humedad, la palabra se parece desequilibrar al compás de la felicidad en aquella habitación. En aquella habitación… de pronto, darse cuenta… de que aún estaba encerrado.

Despierta, borra esos dientes, todo esta vez está pasando rápido. La luz sigue ahí, pero no se puede ver… las notas aumentan, las notas toman velocidad…. Incomodidad…. Y… ahora la tensión es menor y el peligro mental puede asimilarse con facilidad. Lápices sin punta, borradores impuros… bla, bla, bla, bla. Es totalmente inconciente de lo que puede suceder en tal estupenda coordinación de su ser. Armonioso, descarriado, puro… y a un paso de la putrefacción. Si, falta mucho camino y se tienen que cerrar los ojos… se tienen que cerrar… porque es enero… porque es la rudeza encarnada….

Saltos de espalda. Golpes frontales. Suspiros como grandes hipos. Piernas extasiadas. Cuerpo poseído por.

Si, era enero…y las notas caen… suben y caen… como la humanidad cuando juega en el patio del vecino. La última, diez segundos…. La última. Una almohada.

Fin, fin, fin, fin, fin, fin, fin.

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