miércoles, 9 de julio de 2008

Ex mortales.

Estaban acostados en el pequeño mueble claro. No era necesario esperar a que el tiempo los apure y les susurre que no podían aguardar al sol. Eran unos cuantos cuartos de hora más… unos menos. Iba a cesar. Llorar era muy adecuado para ella. Observar el techo lo era para él. Mientras más emociones se podían acumular quizá sería mejor… más emociones, más… no tendrían otra oportunidad para abrazarse de la manera en que lo hacían. De entristecer con una sonrisa te título: momentánea. El título al que odiarían, como todos los seres lo hacemos, todos. Y al que buscarían hasta encenizarse mutuamente.

***

Y el mueble pequeño y claro ahora estaba vacío, abandonado por ambos. Él se suprimió. Ella simplemente lo dejó entre las tinieblas de aquel espacio. Creencias malditas, malditas, mil veces malditas… pecho piadoso, piadoso... y aún con residuos de lágrimas satisfechas. Así, de aquel microscópico pedazo de tiempo y música, nació lo que llamamos, vida.

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