El hueco de las ratas estaba tapado tan solo con una placa metálica. El desagüe era demasiado ruidoso… tocaba el piano, pero se seguía escuchando el desagüe, pero no a las ratas. Por fortuna… porque odiamos a las ratas. Y esa manera de comunicarse tan horrible… Cerramos la puerta, y el desagüe se seguía oyendo… poco… pero se seguía oyendo. De repente, nos dimos cuenta que si cantábamos y tocábamos el piano no lo escucharíamos. Los cantos nos alegraron la noche. Sin embargo, al voltear a ver la puerta, pude ver, sintiendo un miedo extremo, que una rata estaba con nosotros.
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