viernes, 18 de julio de 2008

Patines.

Ahora se pasean por la gran ciudad. Están condenados, pero les interesa un pimiento. Dan vueltas en patines rodeando las piletas más grandes del lugar. No se detienen a insultar a otros peatones ni a golpear levemente a los automóviles. Ya no están solos. Tienen un momento y el momento de disfrutarlo era aquel. La infinidad de tristezas antecedentes en sus vidas, se decidieron olvidar. El cielo es celeste, y así se quedara por lo menos, un para de horas más.

A lo mejor, en una de las esquinas vean a la tristeza pidiendo por su ayuda, la caridad… en dos horas. Ahora, rodean las piletas. Que gusto, es verdad.

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