Banquete
No te puedes ocultar, ni si quiera en esos ojos helados, no puedes sumergirte. Es hora de volver, de que camines entre tus hojas, que respires. Inhala. Sabes que llegó la hora y ya no te queda más humanidad que la que nos debes. Al final, eres solo un pedazo de gemido, las migajas de un banquete que nunca estuvo en la mesa, el sueño de un remordimiento. Vuelve a mi lado porque, esta vez, no tienes dónde esconder tu propio y renovado ser.
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