lunes, 16 de junio de 2008

El plano Gorio.

Era de madrugada y a Gorio le tocaba limpieza en la embarcación de Báe, su comandante. El infinito lago estaba calmado. Se puso a pensar en cuantas veces había creído que estaba observando el mismo lago que sus hijos. “Toda la ciudad del norte ha sido arrasada”…toda la ciudad. Gorio era hábil con la espada azul, uno de los mejores, uno de los más fieles a su rey. Uno de los más explotados.

Le habían dado la noticia hace una semana, tendría que ir a encabezar una batalla contra “los máscaras”, ese grupo de desalmados guerreros de armadura roja y sangre marrón. Él la encabezaría, destruiría el muelle de su nación, ingresaría a la ciudad, y sería asesinado. O al menos esos eran sus cálculos. Su gobierno estaba más que podrido. Era el único guerrero tan leal y tan estúpido como para hacer caso fielmente a las órdenes de su rey sin presentar pretextos.

Esa noche, le tocaba limpieza a la embarcación de su comandante Báe, el único hombre honesto que había conocido, el hombre que le habían encargado asesinar. Báe subía las escaleras, Báe no sabía nada, tenía que ser una sorpresa como había dicho el rey. Gorio y su espada azul… asesinarían a su último familiar.

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