sábado, 24 de mayo de 2008

Ploma ida.

Galinda parecía dormida. Baddo la veía y no podía cerrar los ojos. Había muerto, había muerto. Había muerto, había dejado al joven Baddo con el corazón morado. Los puños del joven aún estaban cicatrizando. Golpes en la piedra ovalada, autoflagelaciones en el cuerpo y rostro, una nariz dura... “contrólalo Baddo… qué te enseñó la oscura Galinda… contrólate…”

Con todas las fuerzas que le quedaban… empujaba las lágrimas hacia el interior de sus ojos. Se escaparon tres, cuatro, cinco… “Galinda, mi amor… mi precioso ángel… mi maestra, mi sargenta… mi amor… escúchame por favor… escúchame…”

Párpados plomos, labios pálidos… Baddo sin poderse contener un segundo más rompió en un llanto infantil terrible. “No preciosa…no… abre los ojos… quiero ver… quiero ver el azul del mar…”

Si existiera un consuelo para Baddo no se encontraba en ese planeta. Su hermosa sargenta lo había dejado. Baddo solo estaría bien después de morir en la ley de Galinda. “Hoy si… hoy…” Su rostro parecía explotar… su corazón parecía tumbarse. Puños en la tierra. “Te amo… me amas…mi señora Galinda… trataré de no morir de tristeza antes de.”

No hay comentarios.: