Entre el sueño y su realidad, Sásafa se despertaba en el campamento de los suyos. Veía a los soldados alistarse, a las mujeres esconder el agua y a los demás…
En un pestañeo estaba en su armadura, en un caballo y el jinete de este, su esposa, le decía “despierta, sostente de mi cintura no se te ocurra caer”
El polvo de la brava tierra se volvía una tupida neblina naranja y todos los caballos avanzaban confundidos y asustados. Sásafa no tuvo tiempo para pensar en que realidad estaba. Cayó, trago tierra, no vio nada y se dio cuenta que sus lágrimas estaban secas. Para mal, no lo encontró nadie.
2 comentarios:
Un gusto leer estas palabras.Nunca nos damos cuenta que estamos por caer,que estamos al borde un abismo,a mí me pasa seguidito. Lo jodido es levantarse y arreglárselas solito.De todas formas, siempre hay que darle para adelante.
A veces uno vive en la frontera entre el sueño y la realidad y debe asirse a las cosas para no caer al vacío negro, negro y punteaguado
Besos verdes
Publicar un comentario